Los cristianos de la primera generación, es decir, aquellos que escucharon directamente la predicación de los Apóstoles, conocían bien y meditaban con frecuencia la vida de Jesús. Especialmente los momentos decisivos: su pasión, muerte redentora y resurrección gloriosa.
También recordaban sus milagros, sus parábolas y muchos detalles de su predicación. Era lo que habían oído contar a aquellos que habían seguido al Maestro durante su vida pública, que habían sido testigos directos de todos aquellos acontecimientos.

Acerca de su infancia sólo conocían algunos detalles que tal vez narrara el propio Jesús o su Madre, aunque la mayor parte de ellos María los conservaba en su corazón
Cuando se escriben los evangelios sólo se deja constancia en ellos de lo más significativo acerca del nacimiento de Jesús. Desde perspectivas diferentes, Mateo y Lucas recuerdan los mismos hechos esenciales: que Jesús nació en Belén de Judá, de la Virgen María, desposada con José,
pero sin que Ella hubiese conocido varón. Además, hacia el final de los
relatos sobre la infancia de Jesús, ambos señalan que después fueron a
vivir a Nazaret.
Mateo subraya que Jesús es el Mesías
descendiente de David, el Salvador en el que se han cumplido las
promesas de Dios al antiguo pueblo de Israel. Por eso, como la
pertenencia de Jesús al linaje de David viene dada por ser hijo legal de José, Mateo narra los hechos fijándose especialmente en el cometido del Santo Patriarca.
Por su parte, Lucas, centrándose en la Virgen —que representa también a la humanidad fiel a Dios—, enseña que el Niño que nace en Belén es el Salvador prometido, el Mesías y Señor, que ha venido al mundo para salvar a todos los hombres.
En el siglo II el deseo de saber más sobre el nacimiento de Jesús y su infancia hizo que algunas personas piadosas, pero sin una información histórica precisa, inventaran relatos fantásticos
y llenos de imaginación. Se conocen algunos a través de los evangelios
apócrifos. Uno de los relatos más desarrollados sobre el nacimiento de
Jesús contenido en los apócrifos es el que se presenta en el llamado Protoevangelio de Santiago, según otros manuscritos, Natividad de María, escrito a mediados del siglo II.
En las primeras generaciones de cristianos la fiesta por excelencia era la Pascua,
conmemoración de la Resurrección del Señor. Todos sabían bien en qué
fechas había sido crucificado Jesús y cuándo había resucitado: en los
días centrales de la celebración de la fiesta judía de la Pascua, en torno al día 15 de Nisán, es decir, el día de luna llena del primer mes de primavera.
Sin embargo, posiblemente no conocían con la misma certeza el momento de su nacimiento. No formaba parte de las costumbres de los primeros cristianos la celebración del cumpleaños, y no se había instituido una fiesta particular para conmemorar el cumpleaños de Jesús.
¿POR QUÉ SE CELEBRA EL 25 DE DICIEMBRE?
Hasta el siglo III no tenemos
noticias sobre el día del nacimiento de Jesús. Los primeros testimonios
de Padres y escritores eclesiásticos señalan diversas fechas. El primer
testimonio indirecto de que la natividad de Cristo fuese el 25 de
diciembre lo ofrece Sexto Julio Africano el año 221. La primera referencia directa de su celebración es la del calendario litúrgico filocaliano del año 354
(MGH, IX,I, 13-196): VIII kal. Ian. natus Christus in Betleem Iudeae
(“el 25 de diciembre nació Cristo en Belén de Judea”). A partir del
siglo IV los testimonios de este día como fecha del nacimiento de Cristo
son comunes en la tradición occidental, mientras que en la oriental
prevalece la fecha del 6 de enero.
Una explicación bastante difundida es que los cristianos optaron por ese día porque, a partir del año 274, el 25 de diciembre se celebraba en Roma el dies natalis Solis invicti, el día del nacimiento del Sol invicto, la victoria de la luz sobre la noche más larga del año.
Esta explicación se apoya en que la liturgia de
Navidad y los Padres de la época establecen un paralelismo entre el
nacimiento de Jesucristo y expresiones bíblicas como «sol de justicia»
(Ma 4,2) y «luz del mundo» (Jn 1,4ss.).
Sin embargo, no hay pruebas de que esto fuera así y
parece difícil imaginarse que los cristianos de aquel entonces quisieran
adaptar fiestas paganas al calendario litúrgico, especialmente cuando
acababan de experimentar la persecución.
Otra explicación más plausible hace depender la fecha del nacimiento de Jesús de la fecha de su encarnación, que a su vez se relacionaba con la fecha de su muerte. En un tratado anónimo sobre solsticios y equinoccios se afirma que “nuestro Señor fue concebido el 8 de las kalendas de Abril en el mes de marzo (25 de marzo), que es el día de la pasión del Señor y de su concepción, pues fue concebido el mismo día que murió” (B. Botte, Les Origenes de la Noël et de l’Epiphanie,
Louvain 1932, l. 230-33). En la tradición oriental, apoyándose en otro
calendario, la pasión y la encarnación del Señor se celebraban el 6 de
abril, fecha que concuerda con la celebración de la Navidad el 6 de
enero.
La relación entre pasión y encarnación es
una idea que está en consonancia con la mentalidad antigua y medieval,
que admiraba la perfección del universo como un todo, donde las grandes
intervenciones de Dios estaban vinculadas entre sí.
Se trata de una concepción que también encuentra sus
raíces en el judaísmo, donde creación y salvación se relacionaban con el
mes de Nisán.
El arte cristiano ha reflejado esta misma idea a lo
largo de la historia al pintar en la Anunciación de la Virgen al niño
Jesús descendiendo del cielo con una cruz.
Así pues, es posible que los cristianos vincularan la redención obrada por Cristo con su concepción,
y ésta determinara la fecha del nacimiento. “Lo más decisivo fue la
relación existente entre la creación y la cruz, entre la creación y la
concepción de Cristo” (J. Ratzinger, El espíritu de la liturgia, 131).
La difusión de la celebración litúrgica de la Navidad fue rápida. En la segunda mitad del siglo IV
se va extendiendo por todo el mundo cristiano: por el norte de Africa
(año 360), por Constantinopla (año 380), por España (año 384) o por
Antioquía (año 386). En el siglo V la Navidad es una fiesta casi universal.Fuente: www.primeroscristianos.com
FRANCISCO VAROProfesor de Sagrada Escritura en la
Facultad Teología de la
Universidad de Navarra